Desde décadas atrás se ha procurado establecer a través de distintos proyectos que la enseñanza asistida por computadora ofrece excelentes oportunidades de enseñanza a menor costo, conforme han transcurrido los años y se han obtenido distintas experiencias al respecto, se ha ido preparando un terreno en donde los proyectos educativos contemplan con gran esperanza y apertura a las aportaciones tecnológicas e incluso éstas se han implantado como bases esenciales para potenciar los aprendizajes de los estudiantes.
La existencia de soluciones de orden tecnológico al campo de la educación va en aumento, actualmente, gracias a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) el acceso, tratamiento y producción de información se visto enormemente favorecido; voy a mencionar sin salirme del contexto como he conocido a varios escépticos que no encuentran el por qué en el uso de las TIC se pueden mejorar nuestras labores académicas, sin embargo, hay que reconocer primeramente que casi toda acción necesita de una información para saber qué y cómo “hacer algo”, si se cuenta entonces con herramientas que permiten establecer una conexión directa al mundo de la información he ahí la respuesta al por qué es tan valioso el uso y buen uso de las TIC.
En este mismo tenor, las universidades no han quedado a la deriva ante el impacto de las TIC y han sido orilladas a un proceso crítico de reestructuración y revisión general, en donde existe un desarrollo organizativo de las enseñanzas y el desarrollo de nuevas formas que permitan que la universidad sea una de las principales estructuras para la Sociedad del Conocimiento (Baelo & Cantón, 2009). Las TIC han incidido tanto en procesos administrativos, como en metodologías para el proceso de enseñanza-aprendizaje, que conlleva a una transformación del sistema universitario. Ante el panorama favorable de las TIC es necesario precisar que muchos autores y estudiosos del tema aclaran que la integración de las TIC a la educación superior está iniciando pues aún se construyen las bases para lograr un aprovechamiento total.
En un punto intermedio entre la educación presencial y la educación a distancia a través de las TIC, existe una modalidad que lleva por nombre b-learning, es una forma de potencializar el trabajo de las comunidades de aprendizaje. Fainholc en 2008 establece dos claros elementos que están deben estar presentes en el diseño de un curso de educación universitaria que opta por esta dualidad formativa: a) desde el punto de vista pedagógico y b) desde el punto de vista administrativo y organizativo de la enseñanza. El primero evidencia la necesidad de saber focalizar las necesidades que demanda un curso según los contenidos y la naturaleza con que este se mueva, es decir, habrán actividades que enriquecen el proceso más que otras y se tiene que saber seleccionar bien a fin de producir aprendizajes profundos; el segundo está dirigido al diseño instruccional de modo semi-estructurado, dando hincapié a la resolución de problemas y la gestión de la plataforma que beneficie los objetivos educativos.
Las encuestas acerca de usos e interacción con las TIC e Internet que hace Fainholc en algunos estudiantes denotan hábitos que no están directamente ligados a potencializar sus aprendizajes, pues prefieren el chat y sitios de entretenimiento antes que empaparse de información de provecho si se trata de Internet. Con los docentes se debe tener paciencia y conciencia de que la transformación de la práctica educativa mediada por tecnología puede complejizar su actividad como docente, de modo que en ocasiones acarrea temores o desilusiones sobre su capacidad en la aplicación de nuevas metodologías.
Dentro de los ambientes de aprendizaje que emplean tecnología es sumamente importante considerar los estilos de aprendizaje, porque impactará directamente en el éxito o fracaso que los estudiantes tengan en su proceso de aprendizaje, pues cada estudiante posee distintas aptitudes, preferencias, tendencias y actitudes que lo encamina en distintas formas de conducirse y a su vez de distintas destrezas que lo distinguen por características propias que habrán de reconocerse para realizar actividades que coloquen en equidad de aprovechamiento los procesos de enseñanza-aprendizaje que existen en los estudiantes. Al respecto, existen instrumentos para medir los estilos de aprendizaje de las personas, uno en español y que posee reconocimiento es el Cuestionario Honey-Alonso de Estilos de Aprendizaje (CHAEA). (García, Santizo & Alonso, 2009).
Alonso y otros (1994) citado por García, Santizo & Alonso (2009:2) mencionan que “los estilos son algo así como conclusiones a las que llegamos acerca de la forma en que actúan las personas y resultan útiles para clasificar y analizar los comportamientos”. En ese sentido, no es difícil de entender que si se tiene identificada la manera en que los estudiantes perciben, se interrelacionan y responden a sus ambientes de aprendizaje existirá mayores parámetros para una mejor intervención pedagógica y proposición de dinámicas grupales, a diferencia de aquellos ambientes de aprendizaje en que se desconocen los estilos de aprendizaje que existen al interior de un grupo.
Debido a la nula interactividad presencial en las modalidades a distancia que permita al docente percibir las preferencias, intereses, aptitudes, actitudes, entre otras; existe una fuerte tendencia pedagógica respecto al diseño de programas a distancia y está precisamente en la consideración de los estilos de aprendizaje, ya que de esa forma aumentan las posibilidades para que el docente sepa mediar y realizar tutorías apegadas a percepciones más reales y no sólo a la intuición que a través de los canales de comunicación se genere.
Baelo Álvarez, Roberto y Cantón Mayo, Isabel. (2009). Las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la Educación Superior. Estudio descriptivo y de revisión. En Revista Iberoamericana en Educación. No. 50 / 7. Consultado el 22 de febrero de 2010, de http://www.rieoei.org/deloslectores/3034Baelo.pdf
Fainholc, Beatriz. (2008). Modelo tecnológico en línea de Aprendizaje electrónico mixto (o Blended learning) para el desarrollo profesional docente de estudiantes en formación, con énfasis en el trabajo colaborativo virtual. En Revista de Educación a Distancia No. 21. Consultado el 24 de febrero de 2010, de http://revistas.um.es/red/article/viewFile/69481/66981
García Cué, José Luis, Santizo Rincón, José Antonio & Alonso García, Catalina M. (2009). Instrumentos de medición de estilos de aprendizaje. En Revista Estilos de Aprendizaje, nº4, Vol 4. Consultado el 25 de febrero de 2010, de http://www.uned.es/revistaestilosdeaprendizaje/numero_4/Artigos/lsr_4_articulo_1.pdf
García Cué, José Luis, Santizo Rincón, José Antonio & Alonso García, Catalina M. (2009). Uso de TIC de acuerdo a los Estilos de docentes y dicentes. En Revista Iberoamericana en Educación. No. 48 / 2. Extraído el 21 de febrero de 2010, de http://www.rieoei.org/deloslectores/2308Cue.pdf
Salinas, J. (1.998): Redes y educación: Tendencias en educación flexible y a distancia. En Pérez, R. y otros: Educación y tecnologías de la educación. II Congreso Internacional de Comunicación, tecnología y educación. Oviedo. 141 - 151. Consultado el 22 de febrero de 2010, de http://www.uib.es/depart/gte/tendencias.html
Soler Pellicer, Yolanda y Lezcano Brito, Mateo Gerónimo. (2009). Consideraciones sobre la tecnología educativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Una experiencia en la asignatura Estructura de datos. En Revista Iberoamericana en Educación. No. 49 / 2. Consultado el 21 de febrero de 2010, de http://www.rieoei.org/expe/2863Soler.pdf